Me miró un instante, sin reconocerme, como desde muy lejos.

Ya no. No, ya no,y esas palabras resonaban en mi cabeza, aún después de colgar el teléfono. Calló como una ficha pesada, con mucha fuerza, tratando de lastimar y llevarse por delante lo más que pudiera, la idea de que nuevamente fracasé en algo, como si ya no hubiese sido suficiente con todo lo que me fracasé en mi vida, con la cantidad de veces que di mi cabeza contra la pared, sólo para comprobar que estaba equivocada.

No sé por qué esta vez te había visto y había pensado que podía hacerte feliz un rato.

El tiempo que me dedicaras; yo había visto algo más, aunque todo decía que no había espacio para que sea verdad.

Y si pudiera volver a sentirme así, no estaría acá. Solo estaríamos nosotros. Pero con el paraíso vienen los peligros. Hermosa la ilusión de que todo esta bien; de que quiero verte, de que no quiero esperar, de que no quiero esperar... más; de que con volver a verte no necesitaría más.

Y dejar todo, dejar todo, nunca sería malo, nunca sería bueno; (después de todo lo positivo y lo negativo no existe) sólo existen tus ojos que ven.

Una vez más estoy acá dentro, escuchando la lluvia golpear, sola.