Ese abrazo, con ese énfasis que hizo que sintiera toda tu anatomía. Sincera y ferozmente.
Esas palabras que me invitaban a pensarte, a besarte. No podía dejar de escucharlas, una y otra vez, sonaban en mi cabeza y me deleitaba con la posibilidad de volverlas a oír en vivo, otra vez vos sentado al lado mío, con tus ojos duros y tus manos suaves.
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